Dedicado a los hombres que quieren ser mujeres; a las mujeres que se sienten hombres; a los valientes que se miran al espejo y saben decirse realmente quienes son y cómo han de comportarse.
El sonido de sus tacones anunciaba su llegada, ya fuera con plataformas, con zapatos de diseño o comprados por veinte euros para asistir a una de las fiestas del Colilla Queens. Un sonido distinto al suyo de siempre hizo que desviaran la mirada. Y no sólo era la banda sonora de su calzado nocturno, no. Su vestido, hecho para la ocasión, su maquillaje, para disimular su identidad, su peluca, para desvirtuar su perfil… su edad, camuflada en artificios que evidenciaban la madurez de su decisión. Soy una mujer, quiero ser una mujer, se decía constantemente ante el espejo cada amanecer. Soy una de ellas, pertenezco a su mundo a pesar de las mentiras que me dijeron desde este otro mundo en el que habito y me siento prisionero.
Su primer paso, confesarlo mediante susurros aún tímidos a su latido gemelo; te quiero a ti, que eres un hombre; si me quieres a mí, acepta que te quiero como mujer a pesar de la falsedad de mi anatomía… El rechazo fue instantáneo mientras el surco de sus lágrimas aún se muestra caliente. Un espejo roto, hecho añicos. Me mentiste, hijo de puta, al decirme que no soy lo que tú reflejas….
Confusiones, engaños, otros brazos, otros cuerpos, otras camas… Hasta que al final alguien se detuvo, la escuchó y le esbozó una sonrisa. Es verdad, le dijo, ya no eres Carlos, sino Carla. Tu sensibilidad ante el mundo así lo evidenciaba desde hacía tiempo. Y esa misma noche, ataviada con su nueva identidad, se dejó caer por las calles de la ciudad, por los senderos de siempre ante las miradas de esas gentes que escriben libros en contra de los que son como ella y que piensan que van a destruir España con estas nuevas leyes.
Soy Carla y me debes un respeto…
Soy mujer… ¿es que no escuchas el sonido de mis tacones en la noche de tus pensamientos?
ISIDRO R. AYESTARAN, 2007
1 comentario:
Qué bonitas fotos.
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