os espero en mi nuevo trabajo

os espero en mi nuevo trabajo
pincha en la fotografía para acceder a EL CABARET DE LOS SUEÑOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS
PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

UN SECRETO A LAS ESTRELLAS


Nunca he entrado en esas catedrales imponentes que se ven por los libros de Arte ni me he perdido por entre las paredes con alma de las góticas de los siglos trece o catorce, pero el hecho es que no hay nada comparable en este mundo prefabricado que el sentarse de noche en la arena de cualquier playa solitaria, alzar la mirada y dejarse llevar por el éxtasis que supone el contemplar la cúpula de estrellas que se aprecia en una noche despejada como la que presencie la otra noche.
Puede que Susana tuviera razón cuando me decía en su última carta que yo era de esas personas que se callan las tristezas y amarguras. Y es cierto que tengo a Marta y a Fabio a cualquier día para narrarles mis peripecias más amargas, pero aún así, prefiero reservármelas para mí sola, qué le voy a hacer. Lo mismo que me encanta escuchar los problemas de mis amigos e intentar compartir con ellos la búsqueda de una solución lo más ajustada posible, prefiero perderme entre mis pensamientos para analizar con detenimiento lo que me pasa por la cabeza.
Debo ser una persona complicada, pero quién no lo ha sido con dieciocho años casi recién cumplidos. Me gustaría tener la facilidad de Fabio para contarle a todo el mundo lo que siento por una u otra persona, dejarme llevar por mis propios sentimientos y decirle a todo el mundo que fulanito o menganita me atraen que da gusto. Pero no, mi corazón se cierra en banda y es incapaz de confesarle, a Marta por ejemplo, que las cartas de Susana y su visión del mundo son algo que comparto al cien por cien, que ella es una persona con la que me siento muy identificada pese a la reticencia de mi madre a que haya gente en este mundo que dedique piropos a los demás de una forma tan ligera y tan a las claras.
Sólo me atrevo a contárselo a las estrellas y, a través de ellas, a tío Roberto, que seguramente me estará escuchando pues él me decía una y otra vez que las estrellas son como las palomas mensajeras, que son capaces de llevar las amarguras y los deseos solitarios de los vagabundos de sentimientos de un sitio a otro, que en este mundo habrá gente que, como yo, acuda a las playas solitarias o a los descampados de las ciudades que no tienen la gran suerte de poseer mar, para dejarse llevar por lo que las estrellas les motivan e incitan a desnudar sus almas y despojarse de todo el aura negativo que llevamos a cuestas como ese Dios de Susana en el que me cuesta tanto creer.
He pensado mucho también en la sequedad de mis viejos, seres que son capaces de desarmar a cualquiera con ese afán suyo de verdad absoluta a base de tortas, gente que sólo viven para imponer su criterio sobre todo, personas que todo lo saben y, que si no lo saben, al menos lo afirman. Y es que hay veces en que no me siento querida por ellos, y eso lo digo siendo demasiado generosa, porque la verdad sea dicha, casi nunca he recibido una palabra de amor por parte de ellos. Siempre imposiciones u órdenes sobre dónde ir, con quién o qué camino tomar según qué momento de la vida.
Y he pensado mucho en romper definitivamente el vínculo con ellos porque, digo yo, de qué le sirve a una compartir techo y comida con alguien a quien parece que le estás debiendo todo lo que hacen. Eso no es vida y no me gusta tener deudas con nadie. La gente debería entregarse sin esperar nada a cambio, pero esa filosofía, que es la mía, apenas es compartida por gente en este mundo. No me imagino a mi padre dando sin esperar respuesta o gratitud. “Hija mía, don gratis se murió hace mucho tiempo”, esa es su frase favorita y claro, el que una esté viviendo con ese miedo a que cualquier día le pidan que haga efectiva de una santa vez todo lo que debe, pues no es plato de gusto para nadie.
Tal vez por eso me gustaría encontrar en cualquier atlas la situación geográfica exacta de aquella tierra de las buenas palabras que dijo tío Roberto el día que se marchó de mi lado y me dejó a mi suerte y con toda una amplia gama de buitres carroñeros revoloteando sobre mi cabeza.
No estaría nada mal perderme por esas calles donde la gente siempre estaría pendiente de quién necesitara ayuda o palabras de ánimo, gente siempre sincera y entregada, comprometida con unos sentimientos verdaderos y que deben salir de lo más hondo del corazón. Y es que ya estoy harta de falsedades y desengaños, de ver gente que va a lo suyo sin importarle nada lo que le ocurra al vecino, gente que va en el autobús marcando su propio territorio y poniendo mala cara si alguien se sienta en el asiento vacío que hay a su lado, gente independiente que vive por y para alimentar su propio egoísmo, vanidad y ansias narcisistas.
No, esta no es la vida que me gusta vivir, y por eso reclamo al dios del amor, se llame como se llame, que me saque una costilla y de ella haga a alguien con quien despertarme por las mañanas tras haber visto un maravilloso anochecer horas antes, a alguien a quien decir frases de amor sin que nadie me censure por ello…
O mejor aún, que vuelva a traerme a tío Roberto ya que con él a mi lado, como antaño, no me haría falta pedir nada a nadie, ni tan siquiera pedir limosna en eso del amor. Con él siempre tenía la frase cariñosa a punto de caramelo, una mano sincera sobre mi hombro y una sonrisa perpetua.
Pero claro, como dijo Susana en la carta, la vida es una carrera de maratón en la que se van quemando etapas y sentimientos a partes iguales y a nadie le importa que así ocurra. Está determinado desde tiempos inmemoriales y punto final de la discusión.
Pero yo insisto y lo haré siempre que así lo crea conveniente. Señores, esto no es vida.
Por lo menos, no es la vida que a mí me gusta vivir.

ISIDRO R. AYESTARAN, de mi novela A LA SOMBRA DE LAS ESTRELLAS, 2000

No hay comentarios: