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ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

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PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

QUERIDO FABRICIO


Querido Fabricio:

Hacía mucho tiempo que no dedicaba un solo segundo a escribirte. De hecho, si me paro a pensar, quizá hayan pasado dos otoños desde nuestro último encuentro físico. Y desde entonces, una enorme laguna, un obstáculo infranqueable que me ha impedido el hacer lo que esta noche triste y oscura de invierno me ha inspirado.

Y como si de una punzada en el corazón se tratara, como si el anhelo por tenerte cerca de mí hubiese ganado la guerra a la batalla de las incertidumbres, he vuelto a teclear una carta.

Tú ya me conoces. Por eso, decirlo así puede llegar a sonar frío y carente de alma. Una carta.

No, mi vida. Sabes que no es así. Que nunca lo ha sido. Lo que de verdad estoy haciendo en estos momentos es abrirte de nuevo mi corazón; el confesarte que me estoy muriendo por no tenerte entre mis brazos en estos precisos instantes en los que la soledad es más poderosa que nunca. En definitiva, que este egoísmo mío – o la cobardía que me caracteriza, que aún no sé a ciencia cierta cual es mi verdadera señal de identidad – ha vuelto a colocar el dedo en la llaga. Y el único nombre que he pronunciado a la mínima muestra de dolor ha sido el tuyo. Ese nombre que repetí mil veces el día en que te alejaste de mi vida por vez primera. El mismo nombre que repito todas las noches. Tu nombre…

Ya sé que no tengo excusa por la tardanza. Pero también me consta que, entre nosotros, las justificaciones han estado siempre de más. Lo verdaderamente importante es que estábamos y estamos ahí. El uno con el otro.

Por eso, mi niño, no te diré que este retraso conlleva una enorme carga para mí. Y es que desde hace tiempo que no son mis manos las que escriben, sino que son mis lágrimas. Y que este retraso mío viene cimentado por el mundo de los recuerdos que, de nuevo, se ha apoderado de mí; y es que me encuentro con una escasez de fuerzas tal que consiguen que piense que el amor nunca llamó a mi puerta con aquella intensidad con que lo hacías tú. A mí alrededor sólo tuve juegos infantiles en los que siempre ganaba la parte contraria. Y esos juegos me han llevado a arruinarme en muchos aspectos. Hasta el punto de decirte que mi ausencia no era premeditada. En realidad, siempre quise estar junto a ti para que te aferraras a mis manos, que las entrelazaras con las tuyas, como esos amantes que pasean como si no quisieran soltarse jamás…

¿Te acuerdas de aquella especie de juramento que nos hicimos tantas veces? Era la definición perfecta de lo que sentíamos que debía significar el vocablo amor. Esa mágica palabra que fue nuestra verdadera banda sonora… ¿Recuerdas?

Amar. Ese imposible sueño para muchos; ese inalcanzable estado de bienestar; esa perpetua muestra de magia; ese sentimiento que nace en los corazones de aquellos que se ven avocados a vagabundear por el sendero de los sueños lejanos…

Amar. Donde el arco iris es el puente entre la sonrisa y la magia; donde las caricias son el lenguaje universal; donde los silencios son tan significativos como decir “te quiero”…

Amar. La rosa que flota en el océano como recuerdo perpetuo; el surco de las historias hechas a base de sentimiento; el recurso único para restablecer las historias rotas.

Amar. Decir que dos forman parte de uno; saber con la mirada que la vida no vale gran cosa si no se tiene abrazada a la pasión.

Amar. Juntar en una misma frase el TÚ con el YO.

No, mi amor. Yo no quería esta ausencia. Y sigo sin quererla…

Si sigues ahí, tan sólo te pido una cosa. Mándame tu aliento y tu sonrisa; envíame tu mirada y ese gesto tuyo que tanto me fascinaba. Envíame la vida para que yo no muera una vez más.

Y puede que sea egoísmo, pero en la posdata de esta misiva tan sólo acierto a decirte una cosa.

Te sigo queriendo.

desde algún lugar perdido de mi memoria, con el corazón puesto en nuestra villa Borghese
– Otoño


ISIDRO R. AYESTARAN, de mi novela SENTIMENTO, 2007

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