Anochece en mi corazón una vez más.
De nuevo, tu inexistencia es el castigo
cruel por mi terrible pasado.
No hay miradas ni un cara a cara,
sólo el silencio de las palabras
me recuerdan algo ya olvidado,
y por más que intento acercarme
a tu regazo, a tu lejano sentimiento
de un amor crepuscular,
deseo al dios de los enamorados
el fundirme contigo en un abrazo,
en algo divino que haga vivo
aquello por que lo que hace tiempo
te dejaste amar.
De nuevo, tu inexistencia es el castigo
cruel por mi terrible pasado.
No hay miradas ni un cara a cara,
sólo el silencio de las palabras
me recuerdan algo ya olvidado,
y por más que intento acercarme
a tu regazo, a tu lejano sentimiento
de un amor crepuscular,
deseo al dios de los enamorados
el fundirme contigo en un abrazo,
en algo divino que haga vivo
aquello por que lo que hace tiempo
te dejaste amar.
ISIDRO R. AYESTARAN, de mi colección de poemas NUEVO AMANECER, 1997
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