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ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

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PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

NATALIA


Natalia, tras la conversación telefónica con Ricardo, había decidido que, en aquella cita, iba a ser por primera vez en mucho tiempo una chica puntual. Y es que siempre había llegado a todas partes con quince o veinte minutos de retraso, incluso a las entrevistas de trabajo. Ricardo se lo tomaba casi siempre con filosofía mientras le decía cosas como "no conozco a ninguna chica puntual" para no dar con ello muestra alguna de enfado o malestar.

No. Aquella vez debía ser distinto. Llevaba mucho tiempo sin saber nada de Ricardo. Y es que, a pesar de sus últimas y fuertes discusiones, del desencanto y de la pérdida de todo aquello en lo que había creído junto a él, no podía olvidarse del "tirillas" que le había enamorado cantando boleros y recitando poemas.

Natalia lloraba cada vez que pensaba en él, apenas sí salía de su habitación y se pasaba las horas muertas tocando en su vieja guitarra una melodía que Ricardo había compuesto expresamente para ella.

- No puedes continuar así - le había dicho su madre hacía unos días - Sé que estás sufriendo, niña mía, y que te mueres de ganas por llamarle o verle de nuevo. Y no me digas que estoy mintiendo porque soy mujer y sé perfectamente lo que vale un peine en estos temas.

- Pero es que él tampoco ha hecho nada para que nos reconciliemos - decía Natalia una y otra vez con tono orgulloso para que no se notara lo rota que se encontraba por dentro - ¿Por qué he de dar yo el primer paso?

- Mira, niña, que en esto del amor, el orgullo es un vehículo que hay que dejar bien aparcado. O mejor aún, consigue que se lo lleve la grúa para no verlo jamás... Debes olvidar afrentas y palabras dichas en los peores momentos para despejar el corazón de todo aquello que lo enturbia. Es la mejor manera de saber exactamente lo que quieres tú y lo que los latidos de tu corazón te darán a entender.

- ¿Entonces qué debo hacer?

- No es a mí a quien tienes que preguntar nada. Pregúntaselo a tu corazón, que hablará por ti misma.

- Mi corazón me dice que no sea tonta y que le llame por mucho que él no haya intentado nada por volver a retomar lo nuestro.

- ¿Y estás completamente segura de esas dos cosas?

- ¿Dos cosas?

- Claro, niña - soltó la madre sonriendo - Que de verdad quieres llamarle... y de que él nunca ha hecho nada por continuar con vuestra relación.

Natalia no dijo nada durante unos segundos y derramó una lágrima.

- Claro que sí lo ha intentado...

- Sólo se ama de verdad una vez en la vida, niña. Si aún le quieres, llámale.

Su madre tenía razón. Natalia se moría de ganas por volver a verle, por abrazarle y hacer con él el amor. Sí, sólo se ama de verdad una vez en la vida y, por eso, le había llamado aquella mañana de noviembre.

Ya, en la calle, en dirección al parque donde se había citado con su Romeo particular, su pensamiento sólo estaba puesto en él y en las cosas que le diría.

- He sido una egoísta y una cabezota. Perdóname, mi amor, si por mi causa has sido infeliz y has vivido momentos amargos. Te quiero... y debía decírtelo una vez más.

Fue al cruzar una calle próxima al parque, cuando un coche apareció frente a ella, y fue en aquel preciso instante, en el momento justo en que pronunciaba de nuevo y en voz baja "te quiero", cuando Natalia, que había salido disparada por el choque, caía de bruces contra el asfalto y moría musitando de nuevo su última frase.

"Te quiero".

ISIDRO R. AYESTARAN, de mi novela LA SONRISA AMIGA, 1999

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