os espero en mi nuevo trabajo

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ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

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PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

MI HIJO EN MI CORAZON


Magdalena pasea con la cabeza baja por la zona marítima. Mira de reojo a los chaperos que allí se encuentran, a las prostitutas, a los travestis, a los pequeños camellos que se dan cita en esa zona. Los mira con pena, sabiendo que su hijo había pertenecido a ese mundo. Se sienta en la acera, entre varios coches, y desde allí observa cómo uno de los chaperos se introduce en el coche de un cliente y se va con él. Una voz ronca, pero con tono suave, le sobresalta.

DIEGO: ¿Qué hace usted aquí?

Ella se levanta, le mira asustada, y decide marcharse.

DIEGO: Espere... Usted es la madre de Eduardo, ¿no es así?

Ella se vuelve, le ve con el brazo escayolado, y cree haberle visto antes en otra parte.

DIEGO: Estuve esta mañana en el entierro de su hijo.

Magdalena no acierta a hablar.

MAGDALENA: ¿Y qué quiere? ¿Quién es usted?

Diego suspira.

DIEGO: No es fácil para mí decírselo, señora... Y no pensé en encontrarla en este mundo que...

MAGDALENA: Déjese de rodeos y dígame qué quiere de mí.

Diego la mira fijamente a los ojos.

DIEGO: Soy policía... Soy el hombre que disparó sobre su hijo.

Magdalena comienza a sollozar a la vez que se acerca a él.

MAGDALENA: ¡No!... ¡¡No!!

Le da unos toques en el pecho.

MAGDALENA: ¡Maldito! ¡Maldito!

Le da un golpe más fuerte.

MAGDALENA: ¡¡Hijo de puta!!

Magdalena rompe a llorar en su regazo. Diego cierra los ojos y la abraza para intentar consolarla.

Se les ve ahora en una cafetería. Una camarera lleva en una bandeja un par de cafés calientes hasta la mesa donde estan sentados, ella con el semblante serio y pálido. Diego paga los cafés y le acerca uno a Magdalena, quien guarda silencio.

DIEGO: Tómese el café.

Ella le mira.

MAGDALENA: ¿Y ahora qué va a pasar?

Diego bebe un sorbo del suyo y queda pensativo.

DIEGO: Me gustaría mucho el poder contestarle... Más que nada porque ni usted ni yo podremos vivir ya como antaño. A los dos siempre nos faltará algo para poder tirar hacia adelante... Algo a lo que aferrarnos...

Magdalena no dice nada. Tan sólo bebe despacio de su café. Diego la mira. Magdalena esboza una sonrisa amarga.

MAGDALENA: Hace unos años tuve una conversación con un médico... Yo también estaba vacía, como ahora... Pero esto es distinto. Usted también ha perdido a un amor, le han arrebatado de forma cruel lo que más quería... Y mi hijo fue el artífice...

Magdalena derrama una lágrima.

MAGDALENA: Mi hijo era un monstruo... un ser terrible.

Diego le acaricia una de las manos a modo de consuelo. Ella le mira y le sonríe, pero continúa con su tono amargo.

MAGDALENA: Me siento como una mujer desnuda frente al mundo, una mujer torturada y seca, una mujer que sólo sabe hablar de penas y tristezas, como una cantante que sólo interpreta canciones tristes... canciones de sufrir...

DIEGO: Usted todavía tiene algo por lo que seguir viviendo. Su hijo pequeño. Y para ello debe olvidar todo lo negativo que ha habido en su vida. Magdalena, aunque le cueste, créame... Por él no debe rendirse...

Magdalena se muestra vacía y triste.

MAGDALENA: Olvidar... Cuántas veces lo he intentado. Han sido muchas las veces que me he puesto a olvidarlo todo, pero el olvido y las lágrimas no son buena compañía, y los buenos momentos siempre aparecían cuando yo ya no los llamaba porque no sabía cómo hacerlo... Y era entonces cuando aparecía mi hijo en mi corazón... Eduardo...

Magdalena le mira fijamente.

MAGDALENA: No puedo olvidar... mientras siga siendo madre, y hasta el fin de mis días, una parte de mí le pertenece... ¿Me comprende?

Diego la mira fijamente con mirada melancólica. Al cabo de unos segundos, esboza una sonrisa triste.

Magdalena y Diego abandonan la cafetería en silencio. Junto a ellos, sentado en el suelo sobre unos cartones, hay un chico joven que pide limosna mientras toca una melodía en una flauta. Junto al chico hay un cachorro de perro que aparece entre los ropajes que hay en el suelo. Magdalena se acerca al joven mendigo y se queda escuchando la melodía. Diego la mira, se acerca a ella y le echa unas monedas al joven. Luego, le susurra al oído a Magdalena.

DIEGO: Suerte en su camino...

Diego abandona el lugar en silencio. Magdalena siente cómo se aleja, pero su mirada queda puesta en el joven, con cara de frío, mientras la melodía triste de la flauta se le clava en el corazón.

ISIDRO R. AYESTARAN, de mi guión de cine MI CANCION DE SUFRIR, 2000

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