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ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

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PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

AMARGA EVOCACION A UNA IMPOSIBLE HISTORIA DE AMOR


Aquel atardecer, cuando el cielo comenzaba a dibujarse de naranja crepuscular, los dos amigos se encontraban en la pequeña cala que había bajo los acantilados, recreándose con la visión del anochecer y con todos los parajes que habían sido escenario de sus vacaciones veraniegas mientras fueron niños.
- Ahí tienes la Cueva del Lobo - dijo Miguel señalando un orificio que se encontraba entre las rocas del acantilado - ¿Te acuerdas de aquel verano en que te perdiste por seguir hacia delante? Mi padre y yo tardamos toda la tarde en encontrarte.
- Estaba tan asustado que me quedé encogido en un rincón, tras las rocas, sin querer moverme de allí. Os oía llamarme, pero ni por esas. El miedo que tenía en el cuerpo era mucho más fuerte que mi deseo por ser encontrado.
- Recuerdo la expresión de tu cara cuando te encontramos... Me miraste con lágrimas en los ojos y me pediste, llorando, que jamás se me ocurriera volver a hacerlo. Que nunca me separara de ti... Los dos nos pusimos a llorar como un par de tontos y papá se puso furioso por lo ocurrido y nos llevó a casa en volandas para que pudieras comer algo antes de que desfallecieras por completo... Y hay más, ¿lo recuerdas?
- No podría olvidarlo aunque quisiera... - sentenció Ricardo - Al día siguiente grabamos nuestros nombres en el tronco del viejo roble y nos hicimos aquella promesa.
Ricardo quedó pensativo durante unos segundos y no pudo evitar ponerse amargo al recordarlo.
- ¿Por qué permitimos que ocurriera? - preguntó.
- ¿Que ocurriera el qué? - fue la pregunta de Miguel.
- Que nuestra promesa de no separarnos jamás se rompiera de aquella forma...
Miguel no respondió y miró al mar como intentando hallar en él la respuesta que atormentaba a su amigo.
- A veces me lo pregunto - prosiguió Ricardo - La infancia se rompió, la pandilla se deshizo, cada cual se fue por su lado, cerraron el Sahara... Y hasta tú y yo nos separamos.
Miguel, pensativo, se puso de pie para continuar hablando.
- No hubo más opción que aquello, querido amigo... Tú estabas enamorado de Natalia, bebías los vientos por ella. ¿Cómo la definías? "Tu mayor acierto"... En cambio, yo... yo te seguía queriendo, Ricardo. Te parecerá extraño, pero aunque tú estuvieras con ella, anhelaba con todo mi corazón el que fueras mío y no de Natalia.
Miguel comenzó a emocionarse mientras Ricardo ahondaba en su corazón y lo escuchaba con los sentimientos a flor de piel.
- Me moría por estar contigo - continuó Miguel - deseaba con todas mis fuerzas el salir a la calle y gritar tu nombre por todas partes y decir a viva voz lo que yo sentía por ti sin que me importase lo más mínimo lo que la gente pudiera pensar al respecto.
Miguel se volvió y miró a Ricardo a los ojos.
- Tardé en confesarte mis sentimientos... Qué le voy a hacer. Soy una persona que siempre ha llegado tarde a los asuntos del corazón.
Miguel se acercó y volvió a sentarse a su lado.
- Nunca lo supo, ¿verdad?
Ricardo tardó en contestarle.
- No. Nunca le confesé a Natalia lo que tú sentías por mí... Puede que con ello no hiciese más que seguir desarrollando una vivencia basada en la mentira... que cada vez que le decía a Natalia palabras de amor, fuese a ti a quien se las dijera realmente. No sé... Como dice el bolero, desde que te fuiste, a mí me envolvieron las sombras hasta apoderarse de toda mi persona y todos mis pensamientos.
En ese momento, los colores del crepúsculo dieron paso a la fría noche del invierno.
- Tú querías a Natalia, Ricardo, y ya nada podrá borrar todo lo que ganaste a su lado. Una maravillosa historia de amor.
- Pero al ganar aquella historia de amor... Te perdí a ti.
ISIDRO R. AYESTARAN, de mi novela LA SONRISA AMIGA, 1999

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