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ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

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PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

LA DESPEDIDA


Miguel apenas pisó el acelerador en el viaje de regreso a casa de Ricardo. Y condujo de tal manera que parecía indicar que no quería volver a separarse de su gran amigo, y que, al igual que en ese momento la noche se imponía al día en la carretera hacia Santander, de separarse, sería por un corto espacio de tiempo.
Ricardo iba junto a él en el coche, observando el paisaje crepuscular a través de su ventanilla y en el más absoluto de los silencios. Un silencio que se veía roto por la voz melódica de Alejandro Fernández, que sonaba en el radio-cassette con una triste canción que parecía ser la perfecta banda sonora para el nuevo momento de separación que ambos iban a vivir. Y en silencio, Ricardo y Miguel sintieron que "Noche triste" era interpretada expresamente para ellos.

Qué triste es no tenerte junto a mi lado, besar tus labios, qué triste es no poder tocar tu piel, acariciarte y abrazarte pero muy fuerte, vivir a plenitud este romance y otra vez escuchar tu voz gritarme "te amo"...

Ricardo derramó una lágrima y, aprovechando un semáforo en rojo, sintió cómo Miguel se aferraba con fuerza a una de sus manos.
Ricardo le miró a los ojos y sonrió.
- Las despedidas parecen ser una constante en nuestras vidas...
Miguel detuvo el coche en el arcén, abrió una ventanilla para poder fumarse un cigarrillo, y habló con voz entrecortada mientras bajaba el volumen de la música.
- Esta canción me ha hecho recordar muchas cosas... Me he acordado del día en que llegué a Madrid como si fuese una barca a la deriva... Yo solo, en una ciudad extraña, sin tí a mi lado, sin poder escuchar tu voz...
Volvieron a mirarse a los ojos durante unos segundos.
- No puedes hacerte a la idea de lo mucho que te he querido y todo lo que he sufrido por no poder estar junto a tí.
Ricardo no dijo nada. Volvió la mirada al paisaje que divisaba a través de su ventanilla mientras intentaba deshacerse del nudo que tenía en la garganta.
- Rubén me ha ayudado mucho - continuó Miguel - Ha estado a mi lado cuando me he sentido solo... y quiso que compartiera mi soledad y mis temores con él. Me ha hecho sentirme querido y supo decirme palabras de amor cuando más lo necesitaba.
- ¿Eres feliz a su lado?
Miguel pensó la respuesta durante unos instantes.
- Al principio no podía evitar el seguir pensando en tí cuando estaba con él... y tenía que hacer grandes esfuerzos para no llamarle por tu nombre. Incluso alguna vez se me escapaba el nombre de "Ricardo" y él lo pasaba fatal...
El silencio volvió durante unos instantes.
- Con sólo una palabra tuya...
- No digas nada - interrumpió Ricardo - Es mejor así. Creí que te había perdido para siempre, pero estos días me han devuelto la confianza en mí mismo y sé, con total seguridad, que he vuelto a ganar al gran amigo que se marchó de mi lado... Por eso, pienso que es mejor que... que sigas con la persona que de verdad te llena en estos momentos. Simplemente dime que no tardaremos en volver a vernos, que los calendarios dejarán de tener importancia, y que cada día que pase, es un día que se resta de nuestra separación.
Miguel le miró a los ojos de manera emocionada y, tras unos segundos, afirmó con la cabeza.
- Gracias por todo, amigo mío - dijo finalmente - Pero tú prométeme que escribirás la novela que me debes.
Ricardo sonrió y volvió a conectar el radio-cassette del coche.
De nuevo, la voz de Alejandro Fernández se dejó oír mientras el coche reanudaba la marcha en dirección a una nueva despedida.

ISIDRO R. AYESTARAN, de mi novela LA SONRISA AMIGA, 1999

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