EN UNA CIUDAD PEQUEÑA ABIERTA AL MAR...

Una ciudad pequeña abierta al mar donde, en un sendero entre el líquido cristal, se dan cita las confidencias entre las parejas de amantes, los cuchicheos entre los amigos, los paseos de los solitarios y el silencio de sus edificaciones.
Una ciudad pequeña donde el sol se filtra entre sus nubes crepusculares, dando resplandor y vida a los que, apagados, pasean entre sus límites mientras sus pensamientos y sus nostalgias caminan a la deriva entre un inquietante mutismo interior.
Una ciudad pequeña donde los que buscan el amor divagan entre sus calles y su puerto con la esperanza puesta en una mirada correspondida.
Una ciudad pequeña que permanecerá en la memoria y el corazón de aquél que buscaba una respuesta a su constante interrogación sobre el mundo del amor y que la halló, pasado un tiempo, en forma de caricias nocturnas.
Una ciudad pequeña a la que regresar en los momentos de evocación del sentimiento más hermoso y de la complicidad mutua entre dos amantes lejanos que se gritan en la distancia a sabiendas de que retornarán a los brazos de quién los aguarda en su otro mundo.
Un mundo diferente y lejos de esa ciudad pequeña abierta al mar donde se supieron unidos por un tiempo…

ISIDRO R. AYESTARAN, 2007