os espero en mi nuevo trabajo

os espero en mi nuevo trabajo
pincha en la fotografía para acceder a EL CABARET DE LOS SUEÑOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS
PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

FABIO ES GAY, NO UN ACOSADOR DE NIÑOS


– ¡Dios mío, Dios mío, Dios mío! – soltó mi madre aún en la puerta de casa y esperando ser oída por todo el vecindario – Lo que me faltaba por ver… ¡¡¡Beatriz!!!
– ¿Qué es lo que pasa? – pregunté saliendo de mala manera de mi cuarto.
Me miró de manera fría y con un punto de susto en el cuerpo, se sentó en una de las sillas de madera labrada que había comprado el pasado verano en la Feria de las Naciones y, dándose aire de manera exagerada y teatrera, volvió a clavar su mirada de buitre carroñero sobre mi indiferencia.
– ¿Pero qué os proponéis los jóvenes de hoy día? – comenzó diciendo – ¿En qué nos hemos equivocado los padres para que nos paguéis de la manera con que lo estáis haciendo? ¡¡Egoístas!! ¡¡Eso es lo que sois todos!! ¡¡Unos egoístas que sólo vais a vuestro propio interés sin pedir consejo ni admitirlo de nadie!!
– ¿Se puede saber a qué demonios viene toda esta parrafada panfletaria que me estás soltando?
– Viene, querida hija-que-se-hace-la-tonta-cuando-le-conviene, que me acabo de encontrar con Carolina… ¡Y me lo ha contado todo! ¡¡Todo!!
– ¿Y…?
Se levantó rápidamente como si se hubiera sentado sobre unos alfileres y comenzó a dar vueltas por toda la casa. El tema que tanto le había impactado era lo de Fabio, por lo que me quedé a la expectativa de sus palabras sin sentido.
– Con lo buen chico que parecía… ¡Y marica! ¡La pobre Carolina está deshecha! Pero claro, qué os importa a vosotros lo que podamos sentir los padres. Sólo hacéis lo que os da la gana y cuando se os antoja. Y si a nosotros nos parece mal pues a jorobarnos y a tragar todo lo que queráis que traguemos…
Se calló durante unos segundos y me interrogó con la mirada antes que con las palabras.
– Tú lo sabías… Por supuesto que sí, vosotros os lo contáis todo… ¡Dios mío qué apuro más grande he pasado!… No le quiero ver en esta casa nunca más, ¿lo has entendido?… Con el aprecio que le tenía tu padre…
– Fabio es gay, no un asesino de niños ni un violador de novicias…
– ¡¡No sigas por ahí!! ¡¡Empiezo a estar harta de esa facilidad que tienes para amoldarte a cualquier situación sin importarte para nada de qué se trate!! Que si la amiga de Elche te escribe cariñosamente, pues yo no tengo derecho a opinar, que si te apetece armar el escándalo con Marta, que debe ser de aupa, pues Ana, a callar que hay voto de silencio… Y ahora lo de Fabio… Y en su propia casa. ¡Haciendo el degenerado en la propia casa de la madre!!
– No estaban haciendo el degenerado, se estaban amando…
– ¿Amando? – preguntó verdaderamente asqueada – ¿Eso es amor según tú?
– ¿Y qué es si no? Dos personas que se atraen o que sienten un fuerte impulso de atracción el uno por el otro… Lo mismo que papá y tú…
– ¡No me vengas con esas! ¡Y no nos metas a tu padre y a mí en este tipo de conversaciones! ¡Lo nuestro sí que es amor y no admite discusión por tu parte en ningún sentido! ¿Entendiste, jovencita?
– ¿Entonces debo quedarme calladita y dejar que sigas cascando nueces como te dé la real gana?
– Soy tu madre y tengo mucha más experiencia en la vida que tú. Y por supuesto que debes quedarte callada y muda si yo te lo pido y cuando quiera pedírtelo.
Se volvió a formar el típico conflicto generacional entre nosotras dos y, como casi siempre, mi madre decidía cuando se daba por terminado el partido y quién de las dos había quedado victoriosa.
– Te estoy hablando muy en serio, Beatriz. A ese chico no le quiero ver por esta casa. Esa degeneración que se está poniendo tan de moda últimamente por culpa de la televisión no va conmigo ni con las ideas que tu padre y yo hemos tratado de inculcarte en vano, tal y como estoy comprobando de un tiempo a esta parte… Mientras sigas viviendo bajo nuestro techo, el techo de la casa de tus padres, harás y vivirás según nuestras propias normas te guste o no, y si no estás de acuerdo, en el pasillo está la puerta, te coges tus bártulos y te vas a vivir tu vida como quieras o prefieras. Pero lejos de mí.
– ¿Es tu última palabra? – le dije como si fuera un desafío.
Un desafío que ni siquiera meditó.
– Cómo has cambiado, Beatriz… Quién me iba a decir hace unos años que ibas a salir de esta manera. Y quién hubiera podido decirme alguna vez que una hija iba a hablarle así a una madre… Que te gusta estar con maricas, es tu problema pero yo no tengo por qué consentirlo en esta casa; que te gusta hacer el díscolo por las noches y en sitios que es preferible no preguntar cuáles son ni dónde están, pues lo mismo, calladita. Y no, Beatriz, aún eres muy joven para que permita que te tuerzas de la manera que lo estás haciendo… Pero es tu vida, niña, y si quieres echarla toda a perder no creas que voy a tratar de impedirlo. Si no estás a gusto te marchas… pero si abres la puerta no pienses que vamos a permitirte tu padre y yo el que vuelvas como si nada hubiera pasado entre nosotros. La elección es toda tuya.
– Muy bien… – contesté – Ya te lo dije el otro día, mamá. No iba a permitir que me dirigieras mi vida y las de los que están a mi lado. Fabio es feliz siendo como es, y yo soy feliz por ello. Y nuestra felicidad no tiene por qué estar de acuerdo en cómo la veis Carolina o tú… Vosotras nos trajisteis al mundo, pero eso no significa que tengáis el derecho a tratarnos como robots de una manera perenne… Y no. No me gusta esta casa ni me gustas tú ni tu absurda visión del mundo. Y respecto a la elección de la que me has hablado… ya lo tengo decidido.
Y no dije nada más. Regresé a mi habitación con un nudo en la garganta porque, a pesar de todo, me dolía hablarle así a mi madre, pero debía hacerme valer de alguna manera.
Sabía de sobra que había tirado de la madeja y que debía ser consecuente con mis palabras, por lo que, nada más retirarme las lágrimas del rostro, seguí leyendo el periódico por la sección de ofertas de trabajo y me dispuse a comenzar a buscarme la vida. Me haría falta algo de dinero si llevaba a buen puerto la decisión firme y tajante de marcharme de casa.
Tal y como hizo tío Roberto en su día.

ISIDRO R. AYESTARAN, de mi novela A LA SOMBRA DE LAS ESTRELLAS, 2000

No hay comentarios: