os espero en mi nuevo trabajo

os espero en mi nuevo trabajo
pincha en la fotografía para acceder a EL CABARET DE LOS SUEÑOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS
PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

EN UN MUNDO INSENSIBLE E INHUMANO...


A la señora Engracia se le mató el hijo mayor en un accidente de coche. No le dejaron ver el cadáver porque había quedado muy desfigurado. Eso le aseguraron. Tanto, que ni la imaginación más arrolladora podría hacer una aproximación cercana a cómo había quedado el muchacho realmente. Por eso, doña Engracia se pasó los siguientes días repescando en su memoria cuándo fue la última vez que vio a su niño con vida, qué ropa llevaba en el momento en que salió de casa y si parecía contento o no por la expresión de su cara. Incluso ahondó aún mucho más e hizo un esfuerzo notorio en su nostalgia para recordar fielmente las últimas palabras que intercambiaron en ese momento. En ese su último momento a su lado. Había sido una conversación banal sobre el trabajo y la comida que iban a preparar con motivo de la onomástica de Julito, el hermano menor, sin embargo, a la señora Engracia le parecieron unas palabras dignas de conservarse para siempre, por eso le ordenó a su Julito que se las escribiera con letra de imprenta en el ordenador, le pusiera unos bordes de diseño y lo imprimiera para enmarcarlo sobre la mesita de noche, donde esa madre sufridora había montado un altarcito con fotografías y enseres de su hijo fallecido.
Si la madre sufrió la terrible pérdida de su hijo, a Julito, el mundo, le pareció algo sin sentido ni fundamento. Había perdido a su hermano mayor, a su referencia constante, a su mentor y su maestro en la vida. Por eso, se hizo más reservado de lo que era ya, más desconfiado con la gente y mucho más hermético con todo lo que le rodeaba. Se refugió en internet, en mundos ficticios conversando con identidades falsas, oscilando entre un desequilibrio emocional y una realidad vivida al otro lado de la pantalla de su ordenador.
Una tarde, recibió un correo de uno de los muchos alias con los que mantenía contacto informático. "Una pasada de correo", le aseguraba su oculto interlocutor, "te vas a quedar flipado", le dijo por el messenger. Julito, deseoso y ávido, se dirigió raudo a su bandeja de entrada de correos, y allí, bajo el título de "vaya hostiazo", Julito se quedó de piedra al comprobar que dicho correo era una secuencia fotográfica de un accidente de coche. Una primera instantánea era la del coche completamente destrozado bajo un camión gigantesco; una segunda, presentaba restos humanos que se correspondían con las extremidades inferiores del conductor del coche accidentado. Unas fotos reales e impactantes de un ser humano destrozado con todo su interior desparramado sobre el asfalto. La última foto fue la que mató a Julito de la impresión. En la foto, se podía ver con total nitidez los restos de las extremidades superiores, unos metros más allá de lo que se vio en la anterior fotografía. Los brazos, el tronco y la cabeza de ese pobre conductor inmortalizado para la eternidad sin necesidad de que ningún fotógrafo le dijera "atento al pajarito". Allí estaba su hermano, en la carretera y bajo la atenta mirada de una pareja de guardias civiles que se estaban fumando un cigarrillo mientras esperaban a que el juez llegara para ordenar el levantamiento del cadáver.
Era su propio hermano quien aparecía en esas fotografías. Aquél con quien había mantenido interminables charlas en la madrugada, cuando uno de los dos llegaba de su salida nocturna despertando al otro. Y Julito pudo presenciar el último gesto en la mirada de su hermano, un gesto de horror y tragedia al saberse destrozado para siempre, destrozando así también la vida de su pobre madre, que le seguía llorando ante el altar que había montado en su propia habitación, y la de su hermano pequeño, que desde entonces, desde el preciso instante en que abrió aquel correo con el que iba a flipar, necesitó internamiento psiquiátrico por la impresión recibida.
A partir de ese día, la señora Engracia se condenó en vida a llorar por sus dos hijos en un mundo de silencios y penumbra, un mundo de incomprensiones y tan falto de sensibilidad y humanidad, que no le importa ser habitado por seres despreciables y morbosos que paran su vehículo para hacer fotografías a un cadáver descuartizado para colgarlo en internet y, así, conseguir que la gente "flipe" con su hazaña.
Meses más tarde, un aspirante a escritor se hizo eco de aquel correo que también abrió en su ordenador sin saber a lo que se exponía. Y cuando lo eliminó directamente horrorizado por lo presenciado, suspiró pensando en la pobre madre de aquel desgraciado, una madre ahogada en llanto que, seguramente, se encontraría deshecha por la pérdida de su hijo.
Y el aspirante a escritor también llegó a la conclusión de que mientras hay madres que lloran, otras se han dedicado a traer a este mundo a verdaderos hijos de puta.
ISIDRO R. AYESTARAN, 2007

No hay comentarios: