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ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

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PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

RAPSODA DE ABRIL


El rapsoda del mes de abril está listo para salir a escena. Sobre su atril, los papeles que reflejan los momentos cruciales de su vida; en su manera de recitar, los gestos que antaño le dedicara a su alma; tras cada verso, un desengaño, un dolor, una mentira… un mundo repleto de nada.
El poeta de esa noche de primavera comienza su recital con un poema de amor, clavando la mirada en un público entregado, en cada nombre anónimo que esa noche le acompaña, en todas esas palabras calladas que le aguardan.
El artista que bajo su chistera nos habla de un horizonte perdido, va desgranando, poema tras poema, sus fragmentos resquebrajados de cristal empañado por tanta angustia, hablándonos de una soledad más allá del sentimiento dormido de un amor que tropieza, inevitablemente, en un suspiro que nombra a quien inspiró los textos que él encierra en una desvencijada maleta que se llama “corazón remendado”.
El pintor de los versos de amor no precisa de aplausos ni miradas de asentimiento, ni de palmaditas en la espalda ni besos de judas en los titulares de los periódicos. Sólo quiere silencio en un verso concreto… aquél que lleva su aroma y su recuerdo.
Soy tu rapsoda, tu poeta, tu último aliento y tu sombra… soy en lo que me has convertido por tu ausencia, por tu rechazo y tu falsa cadencia a la hora de amarme. No me importaría que te convirtieras en estatua de sal si te volvieras para verme. Yo te adoraría igualmente, pondría flores a tus pies y te sacaría en procesión entre calles angostas, con una banda sonora de redobles de tambor y solos de corneta, bajo palio y corona celestial… Todo eso si te acordaras de nuestros momentos, de esa llama que resplandecía al iluminar nuestros cuerpos, sin importarme la blasfemia ni el llanto por una nueva ausencia, un nuevo silencio, un nuevo calvario… pero vernos, aunque fuera un instante, un segundo, algo insignificante pero tan intenso que me diera la vida de nuevo al sentirte cercano… Pero mientras llegas, te dedico este verso, estas palabras, esta música a la que tú pones título y hora de estreno: el mes de abril, en el momento de nuestro nacimiento…”.
Ese silencio requerido por el rapsoda de abril se hace realidad, pero luego se rompe por un aplauso tímido al fondo del teatro, una puerta que se abre y se cierra al instante, y unos pasos que significan una ausencia en la platea que aguarda el momento de la bajada del telón.
Y al encerrar sus versos en su ruinosa maleta, el poeta se aleja por una calle apenas iluminada, tras haber cobrado una mísera paga por un poemario que pasea de puerto en puerto, de escenario en escenario, viajando por tierra, mar y aire con un compañero lejano de viaje.
Aquél que inspiró su texto definitivo sobre una quimera de amor que, de forma cobarde, se mantiene ausente en un sueño y un horizonte que, de acercarse uno de los dos a él, se perdería para siempre.

ISIDRO R. AYESTARAN, 2008

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