os espero en mi nuevo trabajo

os espero en mi nuevo trabajo
pincha en la fotografía para acceder a EL CABARET DE LOS SUEÑOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS

ya esta disponible... EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS
PINCHA EN LA PORTADA para ver el vídeo presentación de EL CABARET DE LOS SUEÑOS NOCTURNOS, el libro que, de la mano de Producciones Nocturnas y Absenta Poetas, aglutina los poemas, fotografías y relatos que forman parte de Nocturnos y El cabaret de los sueños, mis dos obras literarias ilustradas en Internet. Para los que vivís fuera de Santander, y estéis interesados, lo podréis hacerlo vía e-mail, para remitirlo por correo. Y pronto, tras mi espectáculo Muñecas de cristal, el Gran Show de presentación del libro por diversos lugares de Santander. Precio: 10 euros. Mail de contacto: isidrorayestaran@gmail.com

LA MUSA Y EL ARTISTA


El cielo se muestra gris y amenazador. En el puerto de la ciudad, junto a una rampa, está la caseta donde se compran los pasajes para los viajes en lancha por la bahía. Vemos a Sabela junto al mostrador, con gafas oscuras, vestida con una capa roja y llevando una bolsa de viaje. Ha comprado un pasaje. Luego, baja la rampa, se acerca al conductor de la lancha, que le ayuda a subir. Sabela se acomoda en uno de los asientos que hay al fondo de la lancha.

La lancha navega a lo largo de la bahía hacia la zona que hay frente a la ciudad. De punta a punta, mientras comienza a lloviznar y el color del mar se oscurece poco a poco.

Sabela, con la mirada escondida en sus gafas negras, deja atrás la silueta de la ciudad mientras la lancha va acercándose al apeadero de Pedreña. Sabela mira hacia el cielo y ve a las gaviotas revoloteando por toda la bahía.

Leo, de negro, está sentado en uno de los pivotes que hay en el apeadero de Pedreña. Su mirada está fija en la lancha y en Sabela, que se levanta de su asiento, coge su bolsa de viaje y se acerca a un amarrador que hay en la lancha para que le ayude a descender. Con la mirada puesta en Leo, Sabela sube por la rampa hasta llegar a la altura del escultor. Leo sonríe.

LEO: Por un momento pensé que no ibas a venir... Que dejarías a este artista sin su musa.

SABELA: (suspirando) Te dije que vendría y aquí estoy.

LEO: (extrañado) ¿Te encuentras bien? Te noto un tanto...

SABELA: ¿Distante?

LEO: Así es.

Sabela se quita sus gafas oscuras y le mira a los ojos.

SABELA: Para nada.

Mira a su alrededor.

SABELA: ¿Dónde tienes la cabaña?

Leo le coge la bolsa de viaje.

LEO: Hay un buen trecho aún.

Leo se encamina hacia un Ford Fiesta blanco que hay aparcado a unos metros del apeadero. Tras unos breves instantes, Sabela echa a andar tras él.

A la cabaña de Leo se llega por una carretera pedregosa y en mal estado. Leo frena el coche junto a una cabaña de madera y se baja del coche. Sabela también desciende y observa el precioso paisaje del que goza Leo. Junto a la cabaña de madera, hay un sendero que lleva a un pequeño muelle que da a la bahía y desde donde se divisa la silueta de la ciudad. Todo el entorno de la casa es pura tranquilidad. Sabela echa la cabeza hacia atrás y aspira el aroma de los árboles que rodean la cabaña. Leo se acerca y la abraza ante el desasosiego de Sabela.

LEO: ¿Te gusta?

SABELA: Mucho. Es un auténtico paraíso.

LEO: (mirando al mar) Por eso vengo a trabajar aquí. En este lugar hay tranquilidad, silencio...

Le mira a los ojos.

LEO: Todo lo que un artista puede necesitar.

Se quedan unos segundos mirándose en silencio.

SABELA: ¿Sabes por qué he venido?

LEO: Dímelo.

SABELA: Empecé a enamorarme de ti la noche que me invitaste a cenar a tu ático, rodeada de velas prendidas y oyendo de tus labios todo lo que una mujer como yo necesita escuchar con mucha más frecuencia de lo que creía en un principio.

LEO: Sabela...

Sabela le tapa la boca con su mano.

SABELA: Vas a hacer tu escultura... y las horas que permanezca contigo en la cabaña servirán para demostrarme que, a pesar del impacto que sabes desprender, todas las ilusiones que podía haberme hecho contigo no son más que eso precisamente. Ilusiones.

LEO: (mirándola fijamente) No debimos permitir que ocurriera nada entre nosotros.

SABELA: (sonriendo cínicamente) No ha ocurrido nada.

Mira hacia el interior de la cabaña.

SABELA: ¿Y Shamir? ¿Dónde está mi compañero?

LEO: Vendrá a la noche.

Sabela vuelve a mirarle a los ojos.

SABELA: Invítame a pasar a tu lugar de trabajo.

La cabaña tan sólo tiene tres estancias. Una enorme, donde Leo trabaja. Otra, que sirve de dormitorio y que está separada por un biombo. Y un cuarto de baño que, al igual que en su ático, tiene una puerta de madera. Donde Leo trabaja ocupa casi toda la planta de la cabaña, con una gran mesa en el centro donde hay varios bloques de madera, una escultura tapada con una sábana, muchas herramientas de trabajo, y un gran panel de corcho donde, con chinchetas, hay varias fotografías. Leo y Sabela entran en la cabaña. Nada más entrar, Sabela se fija en el panel de corcho y se acerca para ver las fotografías, que le son familiares. Son fotos de ella y Shamir cuando posaron desnudos para la obra de la Piedad. Fotos de los dos, fotos detalle de la mano de Sabela en escorzo, del rostro de ella apenado, del de Shamir con los ojos cerrados, de todas las partes de su anatomía.

LEO: (acercándose) ¿Qué te parecen?

SABELA: ¿Son todas las fotografías?

LEO: Las que necesito para trabajar.

Leo le señala la escultura que está tapada con la sábana.

LEO: Descúbrela.

Sabela se acerca y retira lentamente la sábana. Bajo la tela, está la escultura del Yacente, terminada. Sabela se queda maravillada y no es para menos. La escultura del Cristo Yacente negro y desnudo es una auténtica obra maestra. Sabela se agacha para verla en detalle. Un Cristo tumbado sobre una tarima decorada con purpurina, con la cabeza recostada en un almohadón también de purpurina, y la figura del Cristo negro, rica en matices anatómicos y con un rostro verdaderamente desfallecido. Sabela se queda sin palabras.

SABELA: Es una maravilla.

Sabela se incorpora y le mira a los ojos.

SABELA: Eres un gran artista.

Leo sonría y vuelve a coger la bolsa de Sabela.

LEO: Celebro que te guste.

Leo va tras el biombo donde tiene la cama. Sabela se queda pensativa.

SABELA: Dios mío... ¿Qué me pasa?

Tras el biombo, Leo sólo tiene una cama y una cómoda. Leo deja la bolsa de Sabela sobre la cama y se da cuenta de que ella está junto al biombo, mirándole expectante. Sabela mira la cama.

LEO: Tú lo has dicho antes. Hemos venido a trabajar.

Sabela le mira a los ojos.

SABELA: Leo... No sé que me pasa cuando estoy contigo... Lo que te dije antes fue el fruto de mis reflexiones mientras venía en la lancha... Pero aquí, viendo la magnífica obra que has tallado...

Sabela se acerca. Leo se quita la camiseta negra y queda con el torso desnudo.

LEO: No es amor lo que siento por ti.

Sabela se acerca y le acaricia el pecho.

SABELA: Déjame seguir disfrutando de mi espejismo.

Sabela se agacha y le quita el pantalón vaquero negro, quedando Leo totalmente desnudo ante ella. Sabela vuelve a levantarse y le acaricia todo el cuerpo.

SABELA: Inmortalízame... como lo has hecho con Shamir...

Sabela suspira y Leo le besa en la boca.

LEO: Estás loca... loca...

Leo le besa el cuello y le va quitando la capa roja, quedando ella en ropa interior, de color rojo también y de encaje.

LEO: Y me vuelves loco a mí también...

Leo le despoja de toda prenda y hunde su cabeza en el sexo de Sabela, quien echa la cabeza hacia atrás y comienza a suspirar.

SABELA: ¿Qué has hecho conmigo?

Continúa suspirando.

SABELA: ¿En qué me has convertido?


ISIDRO R. AYESTARAN, de mi guión EROTICA, 2000

No hay comentarios: